martes, 1 de septiembre de 2015

Tarzán: El Rey de la Selva supera los 100 años.

Es el monarca absoluto de la jungla. Quien llegara como un bebé, tantos años atrás a la selva africana, fue criado por los simios que le dieron una seguridad, valor y fuerza incomparables. Desconociendo su legado aristocrático, Tarzán gritó, peleó y se balanceó contra el mal tantas veces que se convirtió en leyenda. A un siglo de su creación, te presentamos su salvaje historia.



El Creador de Mitos

Hay pocos nombres en la ficción narrativa tan importantes como el del creador de Tarzán, Edgar Rice Burroughs. Nacido el 1 de Septiembre de 1875 como el cuarto hijo de un veterano de la Guerra Civil norteamericana, fue educado casi exclusivamente para ser y comportarse como un militar, pero un problema al corazón lo alejaría para siempre de las trincheras y truncaría su sueño por seguir los pasos de su padre.


Pero a finales del Siglo XIX, todas las cosas estaban cambiando. Nacían nuevas tecnologías, otras visiones del mundo y aunque para Burroughs nada en su vida parecía satisfacerlo completamente, la renovación de ideas le llegaría con el albor del nuevo centenario. Trabajó durante años en una granja, en la firma de su padre e incluso como vendedor de sacapuntas: a los 36 años, Burroughs (ya casado y con hijos) sentía que no había hecho demasiado por la vida y aprovechando el tiempo que le dejaba su nueva carrera de vendedor, comenzó a leer ficción en las populares revistas de pulp de la época. Al poco rato, descubrió algo interesante: la mayoría de las historias le parecían sosas y mal escritas, y aunque nunca había escrito algo antes, no lo pensó dos veces, y se instaló él mismo a crear las suyas, inspirado por crear cuentos mejores. No tenía absolutamente nada que perder.


Para comienzos de 1912, Burroughs ya tenía su primera historia publicada en la All-Story Magazine. Se trataba del primer boceto de una saga interplanetaria, llamada “Under the moons of Mars” (Bajo las lunas de Marte), pilar fundamental para la saga de Barsoom, que conocemos actualmente como las aventuras de John Carter. Homenajeando por fin a su padre, Burroughs sueña con un soldado de la Guerra Civil que es transportado a Marte para salvar a Dejah Thoris, la princesa del planeta rojo. Mezclando varios estilos de la época, su narración deja perplejos a los lectores, y antes de que termine ese año, tendría escrita la primera novela de esa saga (“A Princess of Mars”), que mezclaba romance, misterio, acción y un agregaba nuevo elemento en la cosecha: la ciencia ficción.

John Carter era un hit en el medio, pero Burroughs tenía nuevas ideas. Renunciando a sus demás trabajos, se convierte en escritor de tiempo completo y comienza a perfeccionar poco a poco su narrativa. Mientras, la crítica especializada no sabía muy bien que pensar de su trabajo. Si bien le faltaba algo de depuración, lo fantástico de las ideas que proponía equilibraban cualquier falla técnica. Burroughs fue prolífico como pocos y a pesar de su edad, aprovechó cada momento para extender su legado: así, 1912 aún no acababa y en Octubre del mismo año surge de su pluma otro clásico instantáneo: “Tarzan of the Apes”. Otro héroe apolíneo, otro ejemplo de hombre, pero esta vez dentro de una guerra natural: luego de que sus padres mueren, el pequeño John Clayton queda abandonado en la jungla, solo para ser adoptado por Kala, una gorila que lo cría como su propio hijo. Comienza el camino entonces del hombre bestia, que sin saberlo, es un aristocrático heredero de una fortuna: Lord Greystoke. Los elementos del pulp y la aventura que tanto le fascinaban a Burroughs son ampliamente explorados en la faceta de este héroe que crece lejano a la humanidad, pero se mantiene de buen corazón e intachable honor. Los simios, desconfiados, lo bautizan “Tarzán” que en su lengua quiere decir casi despectivamente “piel blanca”. El concepto es un éxito y la revista en donde se publicó se comienza a agotar casi inmediatamente. Burroughs comienza a ascender en popularidad incluso pese a sus detractores -entre los que se contaba el gran Rudyard Kipling (creador del Libro de la Selva, protagonizada por otro niño salvaje, Mowgli)-, sosteniéndose totalmente en los fieles fanáticos de sus textos, que cada vez ocupaban más planas del All-Story Magazine y la Argosy, otra revista de ciencia ficción y fantasía.



Los editores no fueron ciegos al efecto del Rey de la Jungla, y ya para 1914, había suficiente material como para publicarlo en formato de novela, que tendría incluso el mismo nombre: “Tarzán de los monos”. La popularidad del personaje se disparó de tal manera que se apropió del mundo de los libros (la saga completa se extendería hasta la década de los cuarenta, con más de veinte secuelas), sino también de la radio, el cine, los cómics y la televisión. Es más, el escritor fue un pionero en exportar un protagonista a otros medios, aún ante la resistencia de los expertos del siglo pasado, que consideraban que un lector solo estaría interesado en un solo tipo de formato. Burroughs confirmó su punto y mientras películas (filmadas a partir de 1918, más adelante ahondaremos en ellas) e historietas con adaptaciones de su personaje (partiendo con la tira periódica de 1929, de la cual también comentaremos después), siguió extendiendo el universo del Hombre Mono y de John Carter, agregando nuevos hitos en sus historias y develando un mapa creativo simplemente notable. Barsoom (Marte), Amtor (Venus) y la increíble tierra perdida de Pellucidar (accesible desde los polos, en el centro de la Tierra), aparecerían una y otra vez en sus relatos, en donde también trabajaría el western, el romance histórico y la acción.

Sin duda que Tarzán se convertiría en su mayor creación y aporte a la fantasía moderna, despertando el interés de grandes y chicos en la lectura y presentando a uno de los primeros héroes clásicos, incluso antes de que la Era Dorada de los superhéroes comenzara formalmente. Con más de setenta novelas escritas y un legado que muchas veces deja pequeño a su propio nombre, Edgar Rice Burroughs fallece en Marzo de 1950 tras muchos problemas al corazón, los mismos que lo alejaron en un principio del sueño de ser militar, pero que sin saberlo, comenzaron un camino creativo que duró décadas. Y es que quizá fue ese sentido visionario y expansivo de Burroughs el que le permitió convertir, con los años, a John Carter y Tarzán, en verdaderos mitos que incluso a cien años de su creación, siguen marcando pauta en el imaginario del mundo entero.


Leyendas de la Selva







Antes de pasar derechamente a los cómics, se hace obligado hacer un tour por las más grandes aventuras del Rey de los Monos. No solo por la originalidad que tenían, sino porque sientan las bases de cualquiera de sus adaptaciones, inclusive la historieta que nos convoca. El primer hito literario de Tarzán, la novela “Tarzan of the Apes” (1914), nos cuenta exactamente el origen de nuestro héroe y más que nada, lo vuelve a encauzar hacia la civilización, cuando en el medio de la selva (y justo en el lugar donde su padre falleció), se encuentra con Jane Porter, la primera mujer que el hombre mono ha visto en su vida, y desde ese momento, su interés romántico. El encuentro entre el resto del mundo civilizado y la jungla se desarrolla mientras Tarzán aprende francés, modales y comienza a reconocer su herencia, no sin antes batallar con diferentes peligros de la selva, incluso una tribu africana que pone en jaque a varios exploradores. Como Burroughs conocía el potencial del personaje, la primera novela de Tarzán termina con un final melancólico que deja a los lectores insatisfechos y pidiendo más. El Rey de la Selva volvería en “The Return of Tarzan” (1915), con nuestro protagonista viajando a Europa y alejándose de las lianas, en donde visita a su amigo francés Paul d’Arnot y conoce a los que serían los villanos recurrentes de sus aventuras, el millonario Nikolai Rokoff y Alexis Paulvitch, su fiel servidor. Ambientada en diversos escenarios de la Europa del siglo pasado, la secuela es un éxito instantáneo y ya para 1916 se publicaba la novelización de su siguiente tanda de cuentos sobre el Hombre Mono, titulada The Beasts of Tarzan”, en donde por fin nuestro héroe abraza su legado noble y toma el título de Lord Greystoke... pero su propio hijo es raptado por sus ya clásicos enemigos rusos. El control del ahora civilizado Tarzán se pierde y solo los instintos animales lograrán salvar a su retoño. Anualmente, Burroughs extiende la mitología de Tarzán, agregando detalles del pasado o incluso del futuro. En 1917 es el turno de la novela “The Son of Tarzan”, en donde cuenta las aventuras de Jack Clayton y su transformación en el nuevo Rey de la Jungla; en 1918 se publica “Tarzan and the Jewels of Opar”, explotando cada centímetro de la aventura y el descubrimiento de la ciudad perdida (ya aparecida en la segunda novela) y que sería la última colonia de la Atlántida. Con tanta historia por contar, Burroughs incluso se da el lujo de incluir una especie de recopilación con aventuras de Tarzán a lo largo de los años, en “Jungle Tales of Tarzan” (1919), en donde por ejemplo, está la clásica fábula de su primer amor, la simio Teeka, años antes de conocer a Jane. Hasta 1937, mínimo un libro anual de Tarzán aparecía en el mercado, mientras que versiones en los demás medios de comunicación seguían creciendo y aumentando su mitología. En total (junto a una obra póstuma, “Tarzan: The Lost Adventure” editada en 1995), son 26 novelas con las más increíbles aventuras del Hombre Mono y su salvaje universo, la fuente original desde donde beben todas sus adaptaciones posteriores, como esta colección de historietas.


La Jungla de Viñetas


El marco de las aventuras de Tarzán es tan gigantesco, que simplemente, las novelas le quedaron chicas para seguir narrando sus aventuras. Edgar Rice Burroughs quizá siempre lo supo, y uno de los lugares en donde potenció más al héroe -además del cine- fue en las tiras cómicas e historietas. La primera aparición de Tarzán en la narrativa gráfica fue en las tiras de los diarios distribuidas por el United Feature Syndicate, que llenó varios periódicos a partir de 1929, con ilustraciones de Hal Foster. Gracias a que todo lo que parecía tocar Tarzán lo volvía oro, la tira se convierte en página completa para 1931, apareciendo todos los Domingos de la mano de Rex Mason. La tira seguía muchas veces aventuras al azar del Hombre mono, y solo visitaba algunos de los momentos clásicos de las novelas de Burroughs cuando era necesario. Con el pasar de los años, una decena de artistas y guionistas participarían en ella, agregando incluso elementos de otros personajes de Burroughs, como el mismísimo John Carter de Marte.



La llegada de Lord Greystoke a las revistas de cómics se daría recién en 1947, dentro de la Four Colour Comics, de la Western Publishing/Gold Key y luego en su propio título, simplemente llamado “Tarzan”, que se publicaría mensualmente hasta 1972, adaptando casi la totalidad de las novelas y contando un par de historias originales. Paralelamente, entre 1964 y 1972, aparecería una colección basada en el hijo del héroe, “Korak: The son of Tarzan”, contando más aventuras del heredero de la Jungla.

Quizá uno de los momentos más importantes en el noveno arte para Tarzán se da justamente en ese último año, en donde los derechos de reproducción recaen sobre DC Comics, justamente la colección que hoy tienes en las manos. Dibujada y escrita por el maestro Joe Kubert, fue la celebrada versión que la recordada Editorial Novaro publicara en Latinoamérica bajo el título “Tarzán de los Monos” en la década de los setentas. Básicamente, se trataba de la versión actualizada del origen de Tarzán, extrayendo material directo de su primera novela y algunos detalles de sus posteriores secuelas. El estilo gráfico de Kubert -que justo estaba en el punto alto de su carrera - convirtió al cómic en un clásico instantáneo: presentaba al héroe moderno con una soltura como la de un superhéroe, con una mejor narración y más dinámico enfoque, algo perfecto para el personaje. DC seguiría la numeración original planteada por la Western Publishing, iniciando la aventura con Kubert en el número #207 y exploraría el universo de nuestro héroe hasta el #258. Además, rebautizaría el cómic de Korak como “Tarzan Family”, aunque sólo duraría por siete episodios.

Marvel, la Casa de las Ideas, se haría con Tarzán para finales de 1977, borrando de un plumazo todo la continuidad numérica anteriormente realizada y comenzando con un nuevo número uno, en la increíble “Tarzan, Lord of the Jungle”, dibujada por otro grande del lápiz, John Buscema. En total 29 episodios que tomarían diferentes partes de los libros originales, inclusive algunos que Joe Kubert no había tocado. De esta manera, la mayoría de las novelas conseguían adaptación al cómic y aunque Marvel eliminara la revista del hijo de Tarzán, si le entregó nuevos aires a sus aventuras.

Entre los ochentas y noventas, la colección del Hombre Mono vaga de una editorial a otra (Blackthorne Publishing, Malibú Comics), sin continuidad segura, hasta que finalmente, la editorial Dark Horse tomaría las riendas de la leyenda selvática, publicando al personaje por intervalos desde 1996 hasta nuestros días, adaptando -como antes- viejas historias y hasta reimprimiendo algunos clásicos de la Western y la misma DC. La principal novedad es la gran inventiva de juntar a Tarzán con personajes de otros universos, como Batman o Superman (cada uno con su historia en particular, sin relación entre ellas) e incluso con Depredador (la misma raza de las famosas películas), en la saga “Tarzan versus Predator at the Earth’s Core”.


La Escuela de Kubert


En el mundo del noveno arte, el nombre de Joe Kubert es tan inmenso que incluso alberga su propia escuela. Legendario dibujante pero también gran editor y escritor, dejó no solo a sus hijos como legado -Andy y Adam Kubert, dos de los más prestigiosos artistas de la actualidad- sino que obras de una calidad y factura como no se veían en su época.

Nacido en Polonia, e hijo de una familia judía, se refugió en Nueva York desde los primeros meses de su vida. Su pasión y talento con los dibujos era tanta, que antes de cumplir 15 años, ya trabajaba ilustrando y entintando para diferentes editoriales (entre ellas la Archie Comics, popular casa de los jóvenes de Riverdale). Kubert supo desde siempre cuál era su pasión, e incluso se escapaba de clases para poder postular a nuevos trabajos de ilustración o que tuvieran que ver con historietas. A sus cortos años, comenzó a hacerse un nombre en diferentes compañías y ya para 1942 trabajaba coloreando a una de las más grandes leyendas del medio: “The Spirit” de Will Eisner.


Es en esta década en donde arriba a DC (llamada All-American Comics en aquel tiempo), justo en el momento que ésta brillaba como ninguna otra editorial de héroes y disponía con la lista más grande de capas y mallas. Se hace cargo de los Seven Soldiers of Victory y de Hawkman, imponiendo su estilo dinámico, casi fílmico, que lo hace popular enseguida. Para los cincuenta, ya tenía varios personajes creados (como Tor, el cavernícola) y había dirigido y editado montón de proyectos en otras compañías, aunque siempre volvería a DC para colaborar en cómics de aventuras y guerra, como el mitológico Viking Prince, el clásico Haunting Tank o el legendario Sgt. Rock. Previo a este momento es el instante en donde el mismo Joe se acercó a los jefes de DC y les pidió que se hicieran con los derechos de Tarzán. Según Kubert, tenía una versión más moderna del personaje, que describiera al Hombre Mono como una bestia rápida, sagaz; menos inmensa y musculosa que otras versiones, pero bastante más dinámica. Las pruebas de Kubert fueron suficientes para convencer a DC, y Kubert pasaría a editar, escribir, rotular y dibujar la nueva revista del Hombre Mono.

La fluidez y profesionalismo de Kubert se consolida de manera triunfal en 1976, en donde abre sus puertas The Kubert School (http://www.kubertschool.edu/), que se mantiene hasta el día de hoy como la única escuela reconocida en el mundo para ilustradores y caricaturistas, en una carrera de tres años y con ramos que incluyen como manejarse en editoriales y publicarse a uno mismo como autor.

Lamentablemente, el 12 de Agosto del 2012, con casi 86 años, el viejo Joe bajaría el lápiz por última vez, trabajando, creando, como siempre lo hizo desde pequeño. Sus personajes, sus lectores, su escuela y su impecable estilo narrativo quedarán como un legado imborrable para todos los que amamos las viñetas.


El Tarzán de Unlimited


Como ya lo mencionamos anteriormente, en esta colección comenzaremos un viaje hacia el universo de Tarzán dirigido cien por ciento por Joe Kubert, pero alimentado desde la base por todas las historias de Burroughs. Comenzaremos con la saga “Origin of the Ape Man” (El origen del Hombre Mono), la brillante y dinámica adaptación de Kubert sobre la primera novela de Tarzán; para luego pasar a “Jungle Tales of Tarzán” (Historias de la Jungla), con los relatos que sitúan al Rey de la Selva a lo largo de varios años y rematar, más adelante, en la versión en viñetas de la secuela original de Burroughs: “The Return of Tarzan” (El regreso de Tarzán), cuya continuación emocionó a los lectores de la época, incluyendo villanos clásicos para nuestro héroe, y finalizaremos con el clásico “Tarzan and the Lion Man” (Tarzán y el Hombre León), basada en la décimo séptima parte del mito, en donde Burroughs y Kubert satirizan con todo lo que fue la verdadera locura del cine por el Hombre Mono y le presentan al mismísimo Lord Graystoke una película de Hollywood basada en sus aventuras, entre medio del descubrimiento de una ciudad con un científico loco y decenas de gorilas parlantes. ¿Qué más se puede decir? Un día normal para Tarzán.

Hace más de cien años, un hombre común y corriente decidió contar historias de otros hombres, poco comunes y nada corrientes, sellando para siempre la cultura popular. Hoy, levantamos las lianas y gritamos a todo pulmón por el único y verdadero Rey de la Selva, pues sabemos que seguirá entre las bestias luchando por la justicia y que más temprano que tarde, volverá a las pantallas del cine, los cómics, la televisión, los videojuegos y los libros, porque su verdadero reino, es el de nuestra imaginación.